Quema tus naves

Si no ganamos no podremos volver a casa…
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Cuenta la historia que Alejandro Magno, al llegar a la costa Fenicia, observó que su enemigo le triplicaba en número y que su tropa ya se veía derrotada ante tal inmenso ejército.

Por ello, nada más desembarcar, mandó quemar todas sus naves.

Mientras su flota ardía, el líder macedonio reunió a sus hombres y les dijo:

“Observad cómo se queman los barcos… Esa es la única razón por la que debemos vencer, ya que si no ganamos, no podremos volver a nuestros hogares y ninguno de nosotros podrá reunirse con su familia nuevamente, ni podrá abandonar esta tierra que hoy despreciamos.

Debemos salir victoriosos en esta batalla, ya que solo hay un camino de vuelta y es por el mar. Caballeros, cuando regresemos a casa lo haremos de la única forma posible, en los barcos de nuestros enemigos”.

El ejército macedónico salió victorioso de la contienda.

Un extremeño llamado Hernán Cortés hizo algo parecido cuando llegó a la costa de Méjico en el S. XVI.

El famoso conquistador español, ante el amotinamiento de sus tropas, decidió hundir sus barcos para no dar otra alternativa a sus hombres más que la de adentrarse en territorio enemigo y continuar con la conquista.

A él tampoco le salió mal la jugada.

Guay, pero, ¿por qué me cuentas estas historietas Javi? Te las cuento porque sé que según vayas adoptando tus nuevos hábitos, habrá ropa que te empezará a quedar demasiada holgada y, por tanto, caerá en el olvido.

Pues bien, es muy importante que te deshagas de esa ropa.

Quema tus naves. Corta tu retirada. No la guardes en un cajón “por si acaso”.

Dónala o tírala, pero no la dejes en tu casa. Tu cerebro se tiene que hacer a la idea de que ya no hay vuelta atrás.

Lo sé, se que es difícil pero es un acto que simboliza el bautizo de “tu nuevo yo”.