El estrés no adelgaza

Y es que puede que estemos delante de la enfermedad del siglo XXI

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El estrés crónico podría denominarse la enfermedad del siglo XXI y también es una de las razones que pueden entorpecer enormemente tu pérdida de grasa debido a:

  • Más apetencia por comida basura.
  • Más apetito/gula (más riesgo de atracones y de picoteos).
  • Mayor acumulación de grasa visceral (la más peligrosa desde el punto de vista de la salud).
  • Menor calidad de sueño y menor actividad física.

En este capítulo hablaremos sobre algunas consideraciones que te pueden ser de ayuda para reducir tu estrés:

– Lleva un registro de tu estrés: qué te estresó, cómo te sentiste (física y emocionalmente), cómo respondiste y qué hiciste para sentirte mejor.

Escribe un diario de gratitud. Te recomiendo que inviertas 5 minutos de tu día en escribir cosas de las que te sientas agradecido (que te hayan sucedido o que ya cuentes con ellas ahora mismo).

Si te cuesta encontrar esos momentos, piensa, ¿qué echaría yo en falta si desapareciese de mi vida? Te vas a empezar a dar cuenta de la cantidad de motivos que tienes para levantarte con una sonrisa por la mañana.

Si es posible, evita las situaciones estresantes. Por ejemplo, limitando tu exposición a los medios de comunicación (suelen transmitir una versión muy negra de la realidad).

A lo mejor no puedes evitar estos focos de estrés; pero sí puedes elegir tus batallas.

No pierdas tu valioso tiempo (y tu energía) con cosas que no merecen la pena y/o que no puedes controlar (como la opinión que otras personas tengan de ti).

Piensa, ¿seguiré viendo este evento como algo estresante dentro de 1 mes / año?

Cambia tu perspectiva. Lo más importante no es el estrés de tu día a día sino cómo lo interpretes. Es decir, si interpretas estos eventos estresantes como retos que puedes llegar a dominar (y que te ayudarán a crecer) en vez de amenazas ajenas a tu control, tu rendimiento y tu salud te lo agradecerán.

Aprende a perdonar. Los seres humanos cometemos errores. No te dejes llevar por el odio y por el resentimiento. Te producirá el mismo efecto que tragarte un frasco de veneno. Solo te estarás perjudicando.

Al fin y al cabo, las personas hacemos todo lo que podemos con lo que tenemos.

Organízate. Ponte rutinas que incluyan todos los aspectos de tu vida (familia, pareja, trabajo, hobbies…) y ten muchísimo cuidado con los mayores ladrones de nuestro tiempo: redes sociales y correo electrónico.

Por otra parte, no te olvides de ser flexible y de amoldarte a los eventos del día a día.

Se trata de encontrar un punto intermedio entre la rigidez más ferrea y la más absoluta volubilidad; ambos extremos son igual de contraproducentes para alcanzar tus metas y para controlar el estrés.

Aprende a decir “no”. En otras palabras, prioriza aquellas actividades que sean realmente importantes y no te olvides de que solemos tardar más en realizarlas de lo que planeamos.

Comienza siempre por lo más prioritario.

Empieza pequeño. No importa el reto que tengas por delante; divídelo en pequeños pasos que sean alcanzables.

Delega la responsabilidad. No tienes por qué hacerlo tú todo. Si alguien se puede ocupar de eso, ¿por qué no delegar?

El deseo de controlar cada parte del proceso es un gran foco de estrés.

Como ya comentamos en otro post, prioriza tus horas de sueño.

Expresa tus sentimientos (antes de que se enquisten). Si no lo haces, el resentimiento empezará a crecer y, de igual manera, el estrés.

Ejemplo práctico: si tienes que estudiar para una oposición y te encuentras con alguien que tiene muchas ganas de hablar, dile que tienes prisa. Puede que ahora veas esta acción como algo inofensivo, pero todos los granitos de arena acaban sumando una montaña mucho más grande de lo que puedes llegar a imaginar.

El pasado es el pasado. No tiene ningún sentido darle vueltas a lo que podrías haber hecho o dejado de hacer. Sé que no es fácil; pero tampoco lo son aquellas cosas que merecen la pena en la vida.

La vida es un juego del que nadie va a salir vivo. No te lo tomes todo tan en serio. Esto también incluye reírse de uno mismo, una gran virtud.

Olvídate del multitasking. Esto es el nombre moderno que se le da a hacer 1000 cosas a la vez. O estás a setas o estás a Rolex.

Focaliza tu atención en lo que estás haciendo en este momento. Cada vez que te distraes con algo tardas un tiempo en volver a concentrarte (por eso son tan dañinas las notificaciones de las redes sociales, recomendación: quita notificaciones).

Cuidado con el perfeccionismo. Te lo dice un perfeccionista que grabó y editó un curso de 30 horas que nunca llegó a ver la luz.

Este es uno de los focos más importantes de estrés.

Por tanto, ponte objetivos que sean realistas y no te olvides de que “mejor hecho que perfecto”.

Reconecta. Te aconsejo que dejes de lado el móvil, la televisión y las redes sociales de vez cuando.

Al menos intenta que tus días cuenten con algún hueco sin ninguna de estas distracciones.

Prueba a leer un libro, a interactuar con algún ser humano, a echarte alguna partida de algo… En definitiva, HOBBIES.

Lo importante es que experimentes y que te quedes con lo que te sirva.

Cambia tu diálogo interno. Ten un poco más de empatía por tí mismo. Piensa que estás escuchando todas las cosas que te dices.

Háblate como si fueras tu mejor amigo.

SPOILER: Eres tu mejor amigo.

Llama a algún amigo. Expresar tus sentimientos puede ser muy terapéutico (incluso cuando no puedes hacer nada para controlar ese evento estresante).

Muévete. Lo sé; es muy probable que lo último que te apetezca hacer cuando estás estresad@ es moverte.

Paradójicamente el movimiento puede ser una de las herramientas más poderosas a la hora de canalizar el estrés.

El psicólogo está para esto. Nunca subestimes las herramientas que te puede dar un profesional de la psicología.

“Ya Antonio… todo esto suena muy bien pero… yo no tengo tiempo para mí”

La mayor parte de los padres y madres que acuden a consulta viven por y para su familia.

Lo cual es completamente natural ya que lo hacen porque su altruismo no conoce límite alguno. Yo no soy nadie para decir cómo cada uno tendría que vivir su vida pero lo que sí que sé (por la experiencia) es que si no sacas tiempo para ti, será más bien imposible que controles tu estrés.

A veces no queda otra que ser más egoísta. Dicho de otra forma, te tienes que convertir en un egoísta altruista. Tú también tienes que cuidarte para seguir cuidando de los demás.

Ya te lo dicen cuando subes a un avión, primero te pones tú la máscara de oxígeno y luego ayudas al otro… Creo que era así, ya me entiendes.

Realmente, ¿qué significa “yo no tengo tiempo para mí”?

Pues que los demás van siempre primero; o sea, que tú vas después de los demás. En otras palabras, los demás son más importantes que tú… y eso significa… que tú eres menos importante que los demás.

Entonces, ¿eres menos? ¿Es así como te ves? Por eso juega un papel tan relevante una correcta autoestima a la hora de perder grasa, mejorar tu salud y verte mejor.

Como has podido comprobar, no habrá una cosa sin la otra.